La Tierra no es el único planeta que cuenta con estos
espectaculares fenómenos atmosféricos. En Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno el
viento solar interactúa con los campos magnéticos planetarios para crear
también auroras.
Imagen de Júpiter tomada por el telescopio espacial Hubble durante la
primavera de 2014 y superposición de las auroras observadas en 2016. Las
auroras de Júpiter fueron descubiertas por la sonda Voyager 1 en 1979, pero
ahora se pueden observar en todo su esplendor gracias al Hubble, que puede
captar la radiación ultravioleta, según la Agencia Espacial Europea (ESA).
Los mejores sitios son aquellos que se encuentran cerca del
círculo polar ártico pues el campo magnético de la Tierra desvía las partículas
solares, de modo que no interaccionan con nuestra atmósfera justo en el polo
sino en latitudes alrededor de los 60 o 70 grados norte.
Emiten sonido, así lo demostraron en 2012 investigadores de
Finlandia. El sonido es similar al chasquido de la electricidad
estática o al del caminar sobre las hojas secas. Estos sonidos no son audibles
por los seres humanos ya que se producen lejos de la superficie terrestre a
unos 70 kilómetros de altura sobre nuestros pies.
Los colores se producen por la interacción de las partículas del
viento solar con los átomos y moléculas presentes en nuestra atmósfera. El
color verde se debe a la excitación del oxígeno, responsable también de los
tonos amarillentos. El nitrógeno produce la luz azulada y en ciertas ocasiones
los púrpuras y rojizos que rodean los bordes más bajos de las auroras y de las
zonas más curvadas.
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